Locos por las telas
Del 2024-01-01 al 2024-03-03
Museo Arqueológico Municipal Jerónimo Molina. Plaza de Arriba, s/n. 30520 Jumilla. Tel. 968 757 379.
Cuando Carmen Marcos como comisaria de esta exposición nos propuso el tema, se dijo que sería algo desenfadado, desinhibido, loco, cada cual, a su aire, y mira por donde, tenemos una muestra muy unitaria, coherente, profunda, con obras que, aunque cambian de técnica o material, están totalmente dentro de la estética de cada autor/a. Hay aquí obras que nos transmiten una intensa alegría de vivir y otras que trasladan un mensaje de una profundidad y emoción que desarman.
Las telas nos vienen acompañando en nuestra naturaleza de seres racionales desde la profundidad de los tiempos, algunos dirían desde las cavernas, es posible que antes. Han asistido a nuestra evolución, han envuelto nuestros cuerpos en cada edad, en cada momento, anecdótico o trascendente. Vivimos envueltos en telas, y nuestros más hondos anhelos se generan bajo ellas, entre sábanas, en lo profundo de la noche. La caricia de un tejido nos es más común que la de nuestros congéneres o nuestras mascotas. Nuestra piel ha mutado, ha crecido, en acuerdo al roce de los tejidos, pero también nuestra forma de ver el mundo, llena de telones, cortinajes, juegos de cama, encajes para muebles, gualdrapas y tantos otros complementos externos al cuerpo.
Hay técnicas, estilos pictóricos o escultóricos enteros que viven de ellas, como la pintura de drapeados o la técnica de los paños mojados del inmortal Fidias.
Este conjunto de obras nos demuestra, antes que la moda misma, que el textil puede ser un medio de expresión de los sentimientos más profundos, tan válido como el pincel, la gubia, el objetivo fotográfico o el lápiz. Haciéndome partícipe de la recomendación del maestro Jesús Moreno, diré que las telas tienen además la ventaja de ser las portadoras privilegiadas del mundo del tacto. Esta es, pues, una exposición para tocar, con delicadeza, con sensibilidad, pero también para ser tocados, tocados por la vastedad inagotable del arte.
Me limitaré en este texto a dejar unas breves palabras sobre cada una de las obras que estarán expuestas en el Museo Siyâsa de Cieza.
Empezando por Chelo Abellán y sus Cachitos de vida, todo un caleidoscopio de vivencias acrisoladas mediante este patchword antológico. Un sentido homenaje al recuerdo, al hilar de una vida.
De Nico Bouselles destacaré la delicadeza de ese Violeta que se desenvuelve, se escapa de la caja como una bocanada de aire coloreado, una metáfora de la más humilde intimidad.
Caty Carlin nos presenta su Paso de baile, que recoge una tradición de artistas femeninas donde el cuerpo danza entre la fragilidad, la contención y la necesidad de expresar, siempre con un roce de desasosiego, en Carlin está el recuerdo Louise Bourgeois o Theodora Tanning, por citar solo dos nombres.
Miguel García Carmona, escultor multiforme y siempre inspirado, nos sorprende con Juventud + tela = moda esta crítica al mundo de la moda como pura superficie y espacio de seducción que oculta identidades.
La obra de Reme Domingo, artista que suele emplear encajes, blondas, finas muselinas como referentes del recuerdo y la nostalgia, nos trae aquí una obra que nos desarma; creo, sin ánimo de exagerar, que es una de las mejores propuestas artísticas que he visto en meses. Este Traje de novia, en memoria de los feminicidios de Ciudad Juárez es una pieza que aúna la delicadeza y el silencio con el grito más desgarrador en una profunda coherencia llena de misticismo, como solo las grandes obras de arte son capaces.
Antonia Fernández, siempre tan precisa en sus collages y propuestas pictóricas, consigue con Mujer con la camisa rota, La boda e Inercia, (un cuadro que son tres cuadros), algo muy difícil, y es que recordemos a la par el desgarro de Manuel Millares y la abstracción matérica junto a la contención del mundo clásico grecorromano. Apolo y Dionisos en difícil equilibrio.
Cali Gil, en su Bosque encantado, nos retrotrae a tiempos pasados, tiempos en los que la inocencia agreste de la naturaleza todavía seguía con nosotros, de la misma forma que nos conecta con las más vivas corrientes de la ilustración actual. A veces, los cuentos son más sinceros que las historias realistas.
Melanie Keeling, con su irónica pieza Hombrecito, por cierto, perfectamente adaptada al espacio compositivo por Carmen Marcos y Paz Miñano, nos habla de fragilidad y de almas oscurecidas, como en aquella canción de Rosa León, Hombre pequeñito, un binomio que entronca aquí, en esta concreción estética, con el surrealismo de Hans Bellmer o de Alberto Giacometti.
Carmen Marcos, comisaria y artista multidisciplinar a tiempo completo, nos habla en Mis tesoros, del crudo trabajo del tiempo, que todo lo oxida, y de la idea de protección, con esos duros instrumentos forrados de suaves telas. Un oxímoron emocionante: la crudeza de los trabajos rurales y la delicadeza del descanso y la paz.
Siempre es difícil hablar de la obra propia, pero diré tan solo que Todo el luto cifrado en la linotipia del corazón esconde otra paradoja: la ausencia deja una huella mayor que su propio silencio. Esta es una obra sobre espetones y orfandades.
Paz Miñano presenta Sororidad, un precioso abrazo de verdes y morados que está en línea con sus últimos trabajos, donde las telas o los curos, más que forrar, protegen y cuidan las formas de la escultura. De la misma forma, reinterpreta en Apolo y Discóbolo, piezas griegas forrándolas de telas de colores variados, recordándonos de paso que el mármol antiguo siempre pintado de tonos saturados.
La obra de Aurora Montoya, veteada de ironía, se inscribe en una nueva interpretación del collage clásico, tendencia que recoge variadas influencias postmodernas. Geometría razonable, con esas marionetas inversas, recuerda el compromiso social de Bárbara Kruger, pero nos ofrece toda la emoción intimista presente en las cajas de Joseph Cornell. Una llamada de atención al poder de los objetos como configuradores de nuestra esencia.
Jesús Moreno, en Zapatos de mujer, invoca al tacto, pero también al propio trabajo de esos complementos y vestiduras que nos acompañan, es imposible no recordar los zapatos de campesino de Van Gogh y toda la teoría del arte que Martin Heidegger desarrolló a partir de ellos. Merecen mucho texto estos zapatos para tocar.
Adelaida Murillo presenta tres obras exultantes, tres Fugas en tonos degradados que son tres llamadas de atención a la libertad, a la pura belleza del color, muy en consonancia con su obra pictórica.
Chus Ortiz, nuestra exquisita ceramista, ha conseguido una vez más que materiales tan disímiles como el textil y la cerámica armonicen sin problema. Diálogos internos es una obra expansiva, llena de ritmo, de una belleza plástica avasalladora.
Ángeles Sáez, en dos obras juguetonas herederas del Pop Art nos alegra la vista con el desenfado de Loquita me tienes o ¿TELA juegas?, dignas del David Hockney más maduro. Magentas, azules, diseños de papel de pared sesentero: ironía y alegría de vivir.
M. Joaquina Sánchez Dato siempre tantea los límites en su obra pictórica, los tantea, los frecuenta, pero no los atraviesa porque, como dijera Eugenio Trías, el juego, la verdad de nuestras vidas, está en el límite. Saliendo del marco del cuadro, Ondear en territorios efímeros nos acerca a ese límite tan sugerente como oscuro y lleno de misterio, una obra para transitar y buscar extraños puntos de fuga en el tiempo.
En Almorchón, de Rafael Torres, encontramos un homenaje al paisaje de la Vega Media, una exaltación del color en época de la floración, pero también una metáfora del trabajo humano que a lo largo de cientos de años ha tejido bancales, parcelas, laberintos soñados.
Finalmente, Denis Vintgdeux vuelve con una obra que ya causó nuestro interés en su momento, y hoy cobra, si cabe, como la pieza de Reme Domingo, más capas de significado si cabe, con el recuerdo de las víctimas de tantas matanzas, en Ucrania, en Gaza o en las fronteras de Sudamérica. Esta última obra resume bien la tremenda cantidad de territorios semánticos que el mundo de las telas artísticas nos puede deparar.
Bartolomé Medina
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En esta ocasión Carmen Marcos, artista y comisaria de esta exposición “Locos por las telas”, nos propone un nuevo reto: las piezas se realizarán con material textil. La trama y la urdimbre formarán parte de las obras creadas para esta muestra.
La búsqueda de nuevas técnicas y materiales nos lleva, en esta ocasión, al estudio y la investigación en las artes plásticas. El material textil, según la historia nos dice, ha sido utilizado en diferentes campos como la moda, la decoración, los tapices, etc, y su variedad y diseños han sido muy estudiados, con resultados de gran calidad artística. Tenemos ejemplos de la utilización de este material textil en pinturas famosas de grandes artistas, como es el caso de Manolo Valdés, Tapies y Goya, con sus diseños para Real Fábrica de Tapices.
Las obras expuestas tienen estilos muy diferentes. La textura de los tejidos, el color y el grosor han dado lugar a diversos resultados y soluciones creativas y originales. Cada artista ha imprimido su forma de trabajar y su estilo dentro de las posibilidades de los diferentes materiales, como son las telas en sus variadas formas, los tejidos reutilizados, las fibras naturales. El aprovechamiento y reciclaje de los textiles da calidad a las piezas de esta muestra.
La ejecución de dichas obras con retazos de tela abre la imaginación. El acabado es diferente en todas ellas y se disfruta de resultados matéricos, cuando en la mayoría de los casos el pintor acostumbra utilizar la pintura acrílica, el óleo, acuarela, y el lápiz.
Antonia Fernández
Pintora y escultora