El culto a Venus Afrodita celebraba la belleza, el amor, la fecundación y la renovación de la vida tanto humana como animal y vegetal. Sus servidoras eran las Horas y las Gracias que participaban en sus festejos y jolgorios junto con los humanos en los que el amor, el baile, la música, la belleza y el gozo de vivir eran su razón de ser.
En esta gran obra de Rubens representa a Venus Afrodita como una estatua que preside la reunión donde las parejas bailan locamente mezclándose humanos con faunos y ninfas, con un gran número de cupidos y “putti” que hacen las delicias de todos los participantes.