Ejercicio de confinamiento nº 9. Narciso (Caravaggio)
Ejercicio de confinamiento nº 9. Narciso (Caravaggio), 2020
Sobre la obra de Michelangelo Merisi Caravaggio "Narciso" (1595-96), óleo sobre lienzo 110x92 cm. Galeria Nazionale d'Arte Antica. Roma
Acuarela sobre papel.
40 cm. x 30 cm.

Ovidio en La metamorfosis cuenta que Narciso era un joven bellísimo, al que muchas y muchos jóvenes desearon, aunque, “hubo en su tierna hermosura tan dura soberbia que ninguna lo conmovió”, ni siquiera Eco que llegó a morir de melancolía y desamor. Eco, consumida de tristeza, y ya cuando “voz tan solo y huesos restan”, pidió a los dioses: “Que así aunque ame él, así no posea lo que ha amado”, y así fue. El muchacho, cansado del calor y del esfuerzo de cazar, se postró a beber agua ante un manantial y “mientras su sed saciar desea, otra sed le creció”, arrebatado por el deseo cuando vio la imagen de su propia hermosura, creyendo realidad lo que tan solo reflejo era, y “mientras bebe una esperanza sin cuerpo ama, ... cuántas veces, inútiles, dio besos al falaz manantial... cuántas veces sus brazos que coger intentaban su cuello sumergió en las aguas, y no se atrapó en ellas”. Su anhelo le llevó, como a Eco, a morir de melancolía, y cuando sus hermanas, las Náyades, fueron a recoger su cuerpo sin vida, en su lugar encontraron una flor azafranada de olor embriagante, a la que llamamos narciso.

En esta obra Narciso está apoyado en el suelo, con arrugas en la frente producidas por la concentración con la que se mira mientras intenta coger su imagen con la mano izquierda sumergida en el agua. Caravaggio omite cualquier escenario, solamente dibuja un horizonte minimalista, tampoco hace referencia a Eco y a la flor del narciso, y en una composición modernísima en fondo y forma, representa únicamente el drama del ser humano que solamente sabe mirar a sí mismo, como en un espejo oscuro, incapaz de apreciar la luz, belleza y bondad del mundo que le rodea.

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