El horizonte en La adoración de la Trinidad de Albrecht Dürer (1511)
Categorías del artículo: Horizontes pictóricos
En el medioevo se consideraba que dios era el centro del Universo y que cualquier fenómeno físico se explicaba religiosamente. Este teocentrismo consideraba que el cielo y la tierra eran la misma cosa, pues todo formaba parte del orden divino; sin embargo el antropocentrismo del Renacimiento daba al hombre, por su inteligencia, una participación en la obra de Dios y en la Naturaleza, convirtiéndolo en la medida de todas las cosas y el centro de la Creación.
Aunque en el Renacimiento los cielos todavía se consideraban de naturaleza desconocida y fundamentalmente distinta al mundo de aquí abajo, la confianza en la capacidad de comprensión del ser humano los despojaron de su significación siniestra, común durante el medioevo, para habitarlos con seres espirituales, generalmente gloriosos.
El cielo deja de ser representado como una superficie abstracta y se muestra habitado de seres celestiales de apariencia no muy diferente de la humana, apoyados en las nubes, como si éstas fueran el suelo sólido de ese espacio espiritual o místico. El horizonte, o la línea del cielo, aparece en composiciones en las que establece el límite, no solo de la visión sino también de un espacio terrenal y otro divino, creando dos o más espacios figurativos: uno la dimensión terrenal y otro la espiritual.
En esta obra de Durero vemos, ocupando una parte ínfima del cuadro, un paisaje serenísimo con un horizonte visual dibujado de forma que la vista viaja a través del camino hacia adentro, sin obstáculos, como si mirásemos de verdad el límite del mundo, para volver sobre sí misma y entrar en la contemplación de la “gloria de Cristo” con toda una amalgama de santos y seres divinos. Durero da al horizonte una pequeña curvatura y repite esa curvatura más acusadamente en la colocación de la primera fila de los personajes.
El efecto de dos dimensiones está sugerido porque los personajes están pintados desde un punto de vista frontal, pues si toda la escena representadafuese una única visión, los personajes deberían de estar pintados con un punto de vista muy bajo, con perspectiva "de sotto in su", es decir de abajo arriba, como en esta imagen de un fresco de Correggio.