El ojo divino y los horizontes celestes
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La representación de los cielos en bandas circulares, como una cúpula que envuelve el mundo de los hombres la encontramos con bastante frecuencia en los inicios del Renacimiento. En este manuscrito miniado realizado en 1460 se ilustra la creencia de que Dios está omnipresente en la vida humada, representando las órbitas de los astros, cuyo movimiento es visible a ojo desnudo, en semicírculos en forma de pupila y en cuyo centro está Dios, y bajo este ojo divino, bajo la órbita de la Luna, Adán y Eva en el Paraíso conviviendo plácidamente con los animales salvajes. Esta miniaturas nos dice que Dios es el centro del Universo que todo lo ve, siendo la verdadera naturaleza del mundo inaccesible al entendimiento humano pues todo está en la mente de Dios.
En la Catedral de Florencia puede verse la obra de Domenico di Michelino (1417-1491) en una visión alucinada, a medio camino entre la estética gótica y renacentista: Bajo las esferas celestiales, Dante abre su Divina Comedia por los primeros tercetos iniciales que hablan del Infierno; a su derecha el Infierno con la procesión de condenados y el Diablo amagado entre las rocas, a su izquierda una vista de Florencia y tras él, la montaña del Purgatorio, en cuya cima están Adán y Eva, simbolizando el origen de todos los males del hombre. La interpretación que se da a esta composición es que si la Divina Comedia habla de Infierno, Purgatorio y Cielo, la vista de Florencia viene a representar el Cielo y Dante un puente entre ellos, todo esto se representa en un espacio simbólico en el que las proporciones no tienen ninguna relación con la realidad visual.