El horizonte y Lawrence Alma-Tadema
Categorías del artículo: Horizontes pictóricos
Laurens Alma Tadema (1836-1912) conocido como Lawrence Alma-Tadema después de su nacionalización inglesa, nació en un pueblo de Holanda, quedando huérfano de padre a los cuatro años. Comenzó a formarse como notario, que fue la profesión de su padre, pero a los quince años padeció una tuberculosis y ante la posibilidad de una corta vida decidió dedicarse por entero a la pintura. Se formó artísticamente en Amberes y desde sus inicios se interesó por los temas históricos de tradición germánica y egipcia, pero encontró en la Grecia y Roma antiguas su mayor inspiración, especialmente después de visitar Roma y Pompeya. Sus estudios de la arquitectura, literatura e historia clásica le ayudaron a representar con gran realismo y credibilidad escenas de la sociedad griega y romana de los inicios de nuestra civilización, inspirándose en pinturas, esculturas y excavaciones que la arqueología sacaba a la luz, tratando con especial cuidado el vestuario de sus personajes.
Sus cuadros nos son familiares y nos parece haberlos visto antes, y sí, los hemos visto, pero porque son inspiradores de los decorados de grandes superproducciones de la época dorada de Hollywood, dirigidas por afamados directores como Cecil B. Deville o D.W. Griffith.
Realizó retratos y decorados para teatro, aunque su mayor producción fue la pintura de pequeño formato, aunque cuando su éxito fue seguro y disponía de clientes económicamente pudientes, pasó a pintar lienzos de gran formato, muy cotizados en la actualidad, como "Las rosas de Heliogábalo".
Su estilo, heredero del clasicismo y del romanticismo está ligado al neoclasicismo y prerrafaelismo, no como miembro de la Hermandad Prerrafaelista que apenas duró un lustro, sino como pintor de éxito en una sociedad en la que el glamur, la sensualidad y la búsqueda de la belleza era lo más importante en el arte, y como casi toda producción pictórica occidental de finales del siglo XIX y principios del XX, es asimilable a la estética modernista.
Sus composiciones retratan un mundo sin tensiones, idílico y hedonista con personajes lánguidos e indolentes, muy al gusto de la sociedad victoriana de la época, todo y todos bellísimos. Su obra ilustra una utopía que definitivamente quedó rota con el inicio de la I Guerra Mundial al tiempo que en el arte las Vanguardias históricas abandonaban la tradición mimética.
Su formación artística dentro de la tradición de la pintura flamenca le dio un gran conocimiento de la perspectiva nórdica cuyo primer tratado escribió Jean Pèlerin (Viator) (1445-h.1524) en 1505, algo diferente de la italiana, evidente en sus composiciones en las que la construcción del espacio figurativo está especialmente influenciada por la situación del horizonte. Así en la obra original del grabado que inicia este artículo el punto de vista es algo más bajo que el de los personajes, pues el horizonte está algo más alto que los ojos de la muchacha, consiguiendo de esta forma sensación de ingravidez y de que el escenario es una terraza, sensación que no es tan evidente si suprimimos el horizonte, como en la siguiente imagen.
De la importancia de la situación del horizonte en una imagen gráfica, especialmente en el cine, nos habla Steven Spielberg sobre su conversación con John Ford en este vídeo:
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