El horizonte en la Crónica de Nurenberg (1493)
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En nuestra cultura occidental las tradiciones evocan un principio creador que está por encima de todas las cosas, estando el horizonte presente en los mitos más primitivos, siempre ligado a la idea de fin e inicio de algo cósmico de gran importancia para el hombre.
En la cosmogonía griega al principio existía el Caos. De este Caos en algún momento nació Gea, la Tierra, y Eros, el amor fecundo. De ellos nació Urano, el Cielo, que era a la vez hijo y amante de Gea. Hesíodo (siglo VII a.C.) en su Teogonía nos cuenta cómo de Gea y Urano, nacieron los dioses griegos. En los días nublados, cuando estamos a campo abierto, no somos capaces de distinguir el Cielo de la Tierra porque Gea y Urano yacen uno sobre otro en un estrecho abrazo amoroso, tan íntimo que no sabemos donde comienza la Tierra y dónde el Cielo. Eros los mantuvo uno sobre el otro y de este abrazo, que duró millones de años, nacieron los primeros seres, las montañas y las colinas. Sin embargo, Urano no dejaba de torturar a Gea con su enorme falo. Gea pidió ayuda a su hijo más poderoso, Cronos, rogándole que lo castrara con una enorme hoz. Así lo hizo Cronos, segó el miembro de su padre Urano, castrando así al Cielo, que quedó para siempre separado de la Tierra.
Con su hoz Cronos creó una abertura o brecha entre el cielo y la tierra que permitió el comienzo del tiempo y de la historia humana. El horizonte es esta brecha que separa la tierra del cielo y el devenir humano de lo que fuere que existiera antes del tiempo.
En el Génesis (Sagrada Biblia. 13ª edición. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid MCMLXIII) se lee:
Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la faz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas. Dijo Dios: “Haya luz”; y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y la separó de las tinieblas; y a la luz llamó día, y a las tinieblas noche, y hubo tarde y mañana, día primero.
Dijo luego Dios: "Haya firmamento en medio de las aguas, que separa unas de otras”; y así fue. E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas, las que estaban debajo del firmamento de las que estaban sobre el firmamento. Y vio Dios que era bueno. Llamó Dios al firmamento cielo, y hubo tarde y mañana, segundo día.
En esta ilustración que hemos escogido del manuscrito Crónica de Nuremberg se representa la mano de Dios separando la luz de las tinieblas, siendo el horizonte resultado de éste primer acto diferenciador de la vida.